jueves, 11 de mayo de 2017

ALGUIEN EN LUGAR DE ALGO, ALGO EN LUGAR DE ALGUIEN_cuarta y quinta teórica por gabriel. unidas_


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Vida,                                          muerte                                     y                                   representación.

Tarde en escribir acerca de la cuarta teórica de Gabriel Rud porque muchas de aquellas palabras, aquellos conceptos e ideas quedaron en alguna parte de mi resonando. Pense muchisimo acerca de lo charlado, acerca de la imagen a través de la historia, a través de ciertas culturas y momentos de masificación de la gráfica, llegando a los espectadores y construyendolos del mismo modo. Pero más que nada, en mi resonó mucho fue la relación de la imagen y de la idea de la muerte. Este concepto se repite hoy en la clase de Gabriel Rud. La muerte, la obra que se destruye con el tiempo, se deteriora, y la obra de arte que está pensada para la destrucción, originalmente ideada para morir y regenerarse. ¿Acaso el arte no se regenera, no trasciende en cada una de las personas, artistas que la observan y la capturan, tanto en otro soporte o mismo en las ideas de estas mismas personas? Todo se adapta y se re-construye. Eso pienso yo, hoy.
La idea de la imagen tomada, alma robada, que tenían y aún se tienen algunas culturas originarias, no es tan errada. Algo queda en aquel material sensible, la imagen,  la silhouetta de aquel sujeto, trascendiendo su muerte.  Tomar registro, retratando, dejando huella. 


    Chambi    
                                  Edward C.Curtis                                                                                                                                                                                                                     Edward C. Curtis

              Chambi

                                                 
       
Los retratos en los sarcofagos de las momias del Fayum, no están tan alejados de las tumbas con la 'fotito' del difunto bajo tierra. Las pirámides de Egipto no están tan alejadas de los mausoleos familiares. Piedras. Concreto. Como los primeros hallazgos de entierros en el desiertos, cuerpos enterrados y encima de ellos piedras. Reconocimiento a lo que fue. Siento que ahí hay algo que se me dificulta explicar, algo que en el ser humano está, desde aquellas epopeyas griegas, trascender a la muerte y ser recordado. Algo que quizás no sea necesario explicar, porque esta ahi. Al igual que la muerte. 












Anécdotas, cuentos, dibujos, fotografías, imágenes en movimiento y demás se encuentran en cada obra de arte, un contexto e ideales que fuertemente se plantan como base y están ahí, para que podamos ver y entender. Apreciar.


                     


                   Alice Liddell,
                                                                                                                             última foto tomada por
                                                                                                                             Lewis Carroll

  Nan Goldin





                                                               Sally Mann
















Paul Strand





La vida, últimamente no paro de pensar acerca de este momento, mientras escribo, mientras vos lees, este momento, en el cual yo estoy dejando una huella. Aunque suene cliché, las vueltas de la vida y la trascendencia de las cosas. Hoy puedo recordar lo que Rud mostró, lo cual no sabia, acerca de la vida de  NOBUYOSHI ARAKI. En su búsqueda artística, en su cacería, encontró el amor en forma de mujer, la retrato hasta es los momentos mas duros de sus vidas, hasta el último momento. Luego lo mismo con su gato CHIRO. La muerte llega inevitablemente para todos, pero podemos dejar huella. Araki encontró pasion, amor, juego y tambien perdidas. Sin embargo, hoy tambien perdio la vision de su ojo derecho, pero sigue retratando y fijando momentos. Porque esa es su vida, su manera de recordar y amar. 

















Para cerrar esta reflexión, plenamente reflexión en el mejor sentido de la palabra, me gustaría dejar aquí algo con lo que Gabriel cerró esta clase, en mi manera de pensar, ejemplar. Un texto que Richard Avedon escribió de su visita a la vida de Borges. Aquel retrato .





  Jorge Luis Borges




''(...) En 1975 llegué a un punto en mi carrera en que no estaba interesado en hacer retratos a personas de poder y fama. Sin embargo, había tres hombres cuyo trabajo admiraba enormemente y cuyo retrato quería realizar: Jorge Luis Borges, Samuel Beckett, y Francis Bacon. Sus retratos involucraron tres tipos diferentes de performance: Borges otorgó una performance infotografiable, Beckett rechazó la performance y Bacon ofreció una performance perfecta.

Fotografío lo que más temo, y Borges era ciego.


En vuelo a Buenos Aires me informan que la madre de Borges, con quién yo sabía que él vivió toda su vida, acababa de morir esa mañana. Asumí que la sesión sería cancelada. Pero él me recibió, como estaba planeado, la tarde siguiente a las cuatro en punto. Llegué a su apartamento y me encontré a mi mismo en la oscuridad. Estaba sentado en una luz gris, en una silla pequeña, y me señaló con su mano que me sentara a su lado. Casi inmediatamente, me dijo que admiraba a Kipling, y me pidió que le leyera. “Ve a la biblioteca y busca en séptimo libro desde la derecha del segundo estante”. Lo hice. Me dijo cuál poema de Kipling quería escuchar –“The Harp Song of the Dane Women”- y se lo leí. Se sumó en algunos pasajes. Si sabía yo anglosajón, me preguntó. ¿Qué prefería, leyenda o elegía? Elegía, aventuré. Me explicó, mientras preparaba su recitado, que su difunta madre yacía en la habitación de al lado. Sus manos se crisparon de dolor justo un instante antes de su muerte, explicó, y luego describió cómo él y su sirviente había estirado cada uno de los dedos de su madre, uno por uno, hasta que sus manos descansaron sobre su pecho. Luego recitó la elegía anglosajona, su voz elevándose y cayendo en el cuarto oscuro.

La primera vez que lo vi en la luz, era mi luz. Me abrumaron los sentimientos y empecé a fotografiar. Pero las fotos resultaron más vacías de lo que yo esperaba. Pensé que de alguna manera la abrumación fue tanta que no había logrado poner nada de mí mismo en el retrato.

Cuatro años después leo una crónica de Paul Theroux sobre su visita a Borges. Era mi visita: la luz suave, la ida a la biblioteca, Kipling, el recital anglosajón. De alguna manera, parece que Borges no hubiera tenido visitas. La gente que venía de afuera sólo podía existir para él si formaba parte de su propio mundo interior, el mundo de poetas y sabios que eran su verdadera compañía. La gente de ese mundo sabía más, discutía mejor, tenía más para decirle. La performance no permitía ningún intercambio. Él se había tomado su propio retrato hacía tiempo atrás, y yo sólo pude fotografiar eso. (...) ''




Florencia Mara Greco.
Comisiòn Leandro Aguado 2017






   

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